“Actualmente, en los tribunales se tramitan más de 1.600 casos de corrupción y no pasa un día sin que afloren titulares involucrando a alcaldes, consejeros, partidos políticos, hasta a la Casa Real en procesos judiciales por abuso de poder”[1]. Cada día desayunamos con nuevas noticias en las tramas que nos acompañan desde hace ya tiempo: Bárcenas, Gürtel, caso Campeón, los ERE de Andalucía, caso Palau, Pallerols, Brugal, Pretoria, caso ITV, Palma Arena, Over Marketing, Malaya, Pokemon, Noós… La lista parece inacabable y parece que no nos sorprende el día que aparece un nuevo caso con su curioso y particular denominativo.
Además, el modelo español de urbanismo es el que crea mayores incentivos legales para la especulación de entre todos los de los países desarrollados.18 De ahí el coste de la vivienda en nuestro país y el principal motivo de la crisis económica en la que estamos sumergidos desde hace años.
En este contexto surge la muestra Deberes para Jesús #2: Qué verde era mi valle donde el artista describe un mapa conceptual de la corrupción en España marcada por el uso arbitrario del poder y sus efectos sobre los ciudadanos. De esta forma y mediante la acumulación de objetos de consumo e imágenes mediáticas busca un golpe de efecto en el espectador llevándole así a reflexionar sobre la sociedad en la que vive para que cada individuo llegue a sus propias conclusiones en cuanto al sistema que le domina y dirige. Construye así un análisis de la crisis inmobiliaria desarrollada en España iniciada en los años 90, cuando el valor del suelo comenzó a crecer de una manera exagerada llegando a existir hipotecas a 50 años. Las recalificaciones de terrenos, las licencias para construir en zonas no urbanizables y los tratos de favor a determinadas constructoras han marcado la corrupción urbanística con la que tan familiarmente vivimos. “El poder en malas manos ha propiciado que los bancos, a costa de los ciudadanos, se hayan apropiado desde pequeños huertos a grandes extensiones de cultivo, sin olvidar las múltiples viviendas que han acabado en su propiedad gracias a la sangría conocida como desahucio.”[
Jean Claude retoma la senda iniciada por los dadaístas en las vanguardias y continuada después por los Nuevos Realistas franceses (Arman, Cesar), neodadaistas norteamericanos (Jasper Jhons) y artistas vinculados al pop en general. El ecléctico grupo de Duchamp y sus secuaces amplió la idea de collage cubista; comenzaron a utilizar el apropiacionismo y la acumulación de objetos de consumo fabricados en serie generalmente con un sentido de crítica al sistema que produce dichos objetos. Con esta clase de objetos el artista elabora un discurso rabiosamente actual y, aunque con un trasfondo duro, un tanto socarrón y lleno de sarcasmo.
L. L. D.
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